Hubo un tiempo en que todas las mujeres eran sagradas.
En que eran consideradas diosas, señoras de su propio destino.
Hubo un tiempo en que el cuerpo era sagrado.
En que hombres y mujeres se respetaban y se honraban.
Hubo un tiempo en que la mujer era hechicera, tejedora, curandera, comadrona…
La mujer se bañaba en la naturaleza y se perfumaba con jazmín.
Caminaba descalza y corría por la hierba.
Bailaba para ella, bailaba para la vida, bailaba para la naturaleza, bailaba para sanar...
Era para los poetas inspiración y para los músicos, canción. La mujer era cocinera, madre, sanadora, mujer sagrada, respetada.
¿Dónde está esa mujer?
¿En qué momento de la historia se perdió?
¿Dónde deberíamos buscarla?
De hecho, esta mujer sagrada aún existe.
Está escondida en otras formas, en otras caras, en otras costumbres.
Hoy esa mujer es empresaria, médico, abogada, policía, recepcionista, diputada, enfermera, escritora, estilista.
Ella aún está aquí, pero no recuerda quien realmente es. Ha olvidado todo sobre su carácter sagrado.
Mujer!
Ponte tu falda larga, la blusa colorida y quita los zapatos de los pies.
Permítete bailar con el viento, satisfacer tus deseos.
Permítete amar, ríe, abraza y canta.
Permítete sentirte hermosa.
Permítete hacer todo aquello que tu alma anhela.
Permítete honrar a la diosa, al dios, a la naturaleza.
Permítete vivir tu vida y ser la señora de tu destino.
Mujer, dentro de ti hay tantas otras...
¿Puedes ser fértil, dulce y maternal como Deméter?
Quién sabe…
Tal vez seas hechicera, sabia y misteriosa como Hécate.
O soberana y dotada de magia como Isis.
Un tanto implacable, fuerte y audaz como Cali.
Encantadora y misteriosa como las Nereidas.
Quién sabe…
¿Curiosa como Pandora?
O justa como Temis…
Puede ser que estés llena de mil colores como Eros.
¡Posiblemente, seas todas ellas juntas!
La Bruja Verde
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